lunes, 7 de febrero de 2011

Desconocido

¿Por cuanto tiempo te recordarán? Quedará el calendario con los días tachados por tu mano. Los dibujos que hacías de pequeño y las palabras que jamás llegaste a susurrar. Miedo a desaparecer en las oscuras páginas del olvido. Pánico a que el único más allá sean los recuerdos que tengan los demás de ti. ¿Alguien llorará un siglo después de tu partida? Serás como esa tormenta de verano que se desata en cinco minutos, con truenos y relámpagos, pero cuando cesa, te das cuenta de que las calles no están mojadas.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Círculo de infelicidad

2010, hoy todo es más complicado. Hay cremas de ácidos con nombres imposibles para revitalizar el cutis, balones gástricos, alimentos sin conservantes (que duran demasiado tiempo) y yogures que aparte de mejorar el tránsito intestinal ayudan a disminuir el colesterol. Existen psicólogos caninos, televisores en tres dimensiones, pastillas para absorber la grasa de las comidas y alargadores de pene. ¡Qué difícil! Vida urbana, vida capitalista, vida occidental, vida “civilizada”, la misma vida con diferentes nombres. Vidas que se resumen en dos palabras que sirven de combustible a millones de personas para levantarse cuando suena el despertador cada mañana: INSATISFACCIÓN E INFELICIDAD. Resulta extraño pensar que la búsqueda de la felicidad lleve a la infelicidad y que los intentos de satisfacernos acaben frustrándonos. ¿Acaso no vas al trabajo para ganar dinero? ¿Quieres ganar dinero para comprarte esa/ese tele/coche/piso? En conclusión, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso… siempre habrá una/un tele/coche/piso nuevo, que te agrade más solo porque te lo han metido a la fuerza en tu subconsciente a base de publicidad. Intentarás ser feliz, porque crees que comprándote esa/ese tele/coche/piso estás siendo feliz, estás quedando satisfecho de ti mismo, de tu existencia. Sin embargo, llegará el día en que sentado frente/dentro/en esa/ese tele/coche/piso pensarás que nunca tendrás el nuevo modelo de esa/ese tele/coche/piso, por lo tanto te abrazará tu triste insatisfacción, tu radiante infelicidad de esclavo de un círculo vicioso que consume tus días como el oxido consume una embarcación abandonada. ¿Ahora no desearías estar observando una puesta de sol que cubre y mancha de un rojizo espectral unas colinas? ¿No te gustaría que esas colinas no tuvieran dueño, ni siquiera tú? ¿Te agradaría vivir en una caverna, en una manada de seres semejantes a ti cuyo sentido en la vida es alimentarse, procrear y ver cómo pasa el tiempo y la historia? Claro que no. Aborreces esas ideas. Mañana vas a volver a despertarte con el maldito despertador e ir al trabajo, solo para comprarte el mes que viene esa/ese tele/coche/piso que deseas con tanto anhelo.

viernes, 2 de abril de 2010

Comunicación 2.0


La era en que los libros no tienen páginas, en que vivimos a merced del tiempo y las prisas, en que los relojes no sirven para dar la hora (pocos miran la hora en un reloj teniéndola en su teléfono móvil), en que los botones han quedado obsoletos, la nueva era ha llegado. Son unos tiempos más sensoriales. Todo se toca, todo parece más real. ¿Más real que la misma realidad? Con esta nueva era ha nacido una nueva generación de humanos que necesitan de “gadgets” para desarrollarse como personas. No es una exageración. ¿Alguien ha estado sin móvil una semana? Se puede vivir, claro está, pero cuesta. ¿Y si me ha llamado Funalito para quedar? Estoy en un atasco y llego tarde al trabajo ¿como se lo digo al jefe?.
La costumbre quizá. Nuestros antecesores podían esperar pacientemente una carta meses e incluso años. Si solo fuera dependencia del teléfono móvil no seria tan preocupante, pues es uno de los mejores inventos de este siglo, pero es que en el día de hoy las personas dependen de una conexión total con los demás. ¿Cuantas veces entráis al Tuenti/Facebook? Apenas acabe de escribir esto voy a ver si me han puesto algún comentario. Si el 90 % de vuestros correos son publicidad y cadenas sin sentido, ¿porqué lo miráis tres veces al día? Es la nueva era, la de la comunicación constante. En los tiempos que corren es casi imposible quedarse incomunicado. ¿Ventaja o problema? Nos relacionamos más con los demás, digitalmente, por supuesto. A es este paso llegaremos a uno de los dones más buscados por los seres humanos, la telepatía. Pero claro, será de Microsoft o Apple.

martes, 9 de febrero de 2010

MUJER (con mayúsculas)


Para la mayoría es simplemente una gorda. No obstante, para unos pocos espectadores es la representación de la feminidad absoluta. ¿Tiene ella la culpa de los cánones estéticos? Tampoco tiene nada que ver con que la belleza se mida en sesentas y en noventas, de que la perspectiva de su mundo no sea la de Rubens ni siquiera la de Botero. ¿Qué más da? Lo que importa es que está en un escenario, en frente de unas cien personas, bailando “la danza del vientre”, con el torso descubierto, enseñando su cuerpo alegremente. Eso sí que se mueve, piensa más de un individuo mientras se ríe para sus adentros. Ella sonríe. Tiene rasgos parecidos a Édith Piaf. Largas pestañas, ojos cautivadores, una melena rizada y castaña. Gira, sigue girando, sin dejar de sonreír. Su sonrisa atraviesa almas como una lanza atraviesa el aire sin pedirle perdón. ¿Qué paso me toca ahora? ¿Cuando llega el redoble de tambores? Está concentrada. No le importa que le sobren algunos quilos. Ella es feliz tal y como es. Lo demuestra con sus grandes labios, pitados de un carmín embelesador, y claro, su hermosa sonrisa que no cesa de radiar energía. Hace más de un año que toma clases de bailes orientales. Ha adelgazado. Tener clases tres días a la semana ayuda mucho a quemar calorías. Sin embargo, aun tiene una forma corpulenta y robusta. Nada de vientres planos ni abdominales. Es la marca de dos hijos traídos al mundo. La música se ralentiza. Sus grandes caderas se mueven al ritmo de la música. Es sexy. Ella lo sabe.
No tiene miedo de ese mundo que grita “gorda”. Ella baila, baila y sonríe. Los focos la iluminan. Es hermosa. Cesa la música. Aplausos, solo se escuchan los aplausos. Se apagan los focos. ¿De dónde sale esa luz? De su sonrisa. De su autoestima. Se quiere, la quieren. He estado muy bien, se dice así misma mientras mira a sus hijos que aplauden con todas sus fuerzas. En esos pocos segundos le da lo mismo que el idiota de su marido la haya dejado por otra mujer, más joven y delgada que ella. Le es indiferente. Le dan igual las top models, el torrente de publicidad que la empapa diariamente, las dietas, las clínicas con sus ansiosos cirujanos que carroñan mujeres. Ahora hace una reverencia hacía el público. Más y más aplausos. Es simplemente una mujer. Una mujer que ha vencido al mundo.

lunes, 18 de enero de 2010

Liturgia laica

Es el mismo ritual de todos los fines de semana. Hacer una siesta de dos o tres horas, cenar algo ligero y pasarse una hora como mínimo acicalándose. ¿Con una botella de ron tendré para toda la noche?. Piensa mientras se embadurna las manos de una gomina azulada. Es invierno, hace frío y el aire lanza latigazos a los valientes dueños de la noche. Por eso cuando llegan los primeros días de diciembre cambian los bancos del parque (lugar predilecto para sus reuniones) por la entrada de Metro. Hoy vienen todos. Muy buena compañía. Debido a los exámenes hacia meses que no se reunían todos. Al llegar se abrazan, ¿dos besos? Tres si quieres. Dejan las botellas en el suelo y comienzan a hablar entre si. Juan siempre tarda y todos lo saben, así que esperan otros diez minutos. ¿Lo esperamos? ¿Cómo han ido los exámenes?. Risas, algunos se chocan las manos . Ahí está Juan, elegante como siempre. Americana oscura y camisa blanca. Buena combinación. Se abren botellas, se llenan vasos. ¿Donde está el hielo? Empieza la agradable rutina. Pasa un hora, pasan dos. Seis copas, esta es la última y entramos. Ya se nota el alcohol en el organismo. Risa fácil, soltura, alegría. Ya no se habla, ahora se grita. Para lo que sea. ¿Cantamos? Si, y bailemos. Las cámaras de fotos echan fuego, flahs aquí, flash allá. Fotos de lo que sea. Hagamos una foto, que no tenemos una juntos. ¡Nos vamos!. Abandonan la entrada de Metro, pero la basura se queda dando fe de su osadía. Para eso le pagan a los barrenderos. Llegan a la puerta y la cola no les sorprende mucho, se lo esperaban. Las colas tienen un efecto revitalizante, al igual que estar en la presencia de los porteros. Espantan los efectos del alcohol y devuelven la cordura. Al fin y al cabo todos quieren entrar. Avanzan, pasan diez minutos. DNI, pagan, entran. Se escucha la música y saben que les espera una buena noche. ¿Tabaco, alguien viene a comprar tabaco? No, unos van a al guardarropía y otros a los servicios. La mayoría de las chicas van a los lavabos para un último retoque.
-¡Nos vemos en la sala de arriba! -grita Juan al grupo. Empieza la fiesta. El local esta abarrotado, intentan ir al final de la sala, junto a la barra de la Rubia Platino, hay mucha gente, y se tarda en esquivar y abrir un pasillo entre la muchedumbre. Llegan todos al cabo de cinco minutos. Gritan, bailan, hacen bromas. Laura no se encuentra bien. Ha bebido demasiado. La sientan en un sofá, intentado que no devuelva. El precio de la entrada incluia dos copas. ¿pedimos una ahora? Vale, a la barra de la Rubia Platino. El alcohol le hace sentirse atractivos e intenta hablar con la camarera. Se le acerca para escucharlo mejor. Whisky con limón ha escuchado, lo demás que le ha dicho al oído le da igual. Esta acostumbrada a que intenten ligar con ella. Si al menos fueran guapos. Piensa mientras levanta la botella de whisky y derrama el contenido en un vaso de cristal, los hielos en este crujen al contacto con el alcohol. Le gusta ese sonido. Se alejan de la barra. Vuelven al grupo. La horda danzante esta excitada, contenta. Laura esta mejor y ahora baila con todos. Un vaivén de risas, abrazos, pasos inventados (efecto de la bebida), fiesta y solo fiesta. Siguen bebiendo. La música aviva sus instintos más primitivos. Puede que hace millones de años, un grupo como ellos danzaran de una forma no muy alejada de la suya, al rededor de un fuego, después de un buen día de caza. Un pelotón de chicos se alejan del grupo. Es más sencillo si se mueven en grupo. Destino: lavabos. Se abren paso como exploradores en una selva jamás vista por el hombre. Ha chocado y pisado a un hombre. Le da una palmada, y le pide perdón. El hombre le guiña el ojo. Han venido a pasárselo bien, ninguno de los dos busca pelea. Final del trayecto. Evacúan la vejiga, se lavan la cara, se miran al espejo. Está borracho, como casi todos los del baño y se ríe al ver su reflejo. Salen de los servicios. Nuevo destino: Volver donde antes. En su travesía, se abren paso. Un séquito de chicas es su nueva mira. Nunca viene mal ligar una noche de juerga. Intenta bailar con ellas, otros hablar, algunas chicas ríen, otras muestran indiferencia hacia una persona ebria. Los triunfadores se quedan, los otros vuelven al grupo original. Sigue la música, una última copa. El cansancio toca la puerta de sus cuerpos alcoholizados. Hay que aguantar hasta el final. Música de hace muchos años y vana. Es la forma de ir sacando a la gente del local de una manera subliminal. Gran parte del grupo se rinde ante el cansancio y se sientan en sofás y sillas. Pocos siguen haciendo burla a la noche. De repente se encienden las luces, se baja la música. La discoteca va a cerrar. Salen todos. A por los abrigos del guardarropía. Bufanda, guantes. ¿Hará mucho frió fuera? Salen a calle. Se escucha el latigazo invernal que deja heladas sus caras. Otra noche más, otra noche sin follar. Ya habrá más suerte el próximo sábado. Piensa mientras introduce las frías manos en su abrigo.

domingo, 30 de agosto de 2009

Reflexión estival Nº. 2


Una dulzaina y el redoble de un viejo tambor marcaban el inicio de la liturgia veraniega. Los motivos por los cuales la fiesta popular de un pequeño pueblo mediterráneo, en memoria de uno de los tantos santos existentes, había evolucionado en una cabalgata con carrozas llenas de una celebración alcohólica y lasciva eran desconocidos. Las calles se cortan con vallas amarillas y una muchedumbre se aglutina a un lado y otro de estas. Niños, padres con la escusa de estar ahí por sus hijos, ancianos, jóvenes, un torrente de pueblo esperaba el comienzo del desfile. Algunos astutos y ya profesionales en el arte de las cabalgatas llevaban bolsas para atrapar los objetos/comida/mierda que lanzaban desde las carrozas los adoradores de Baco. Tras la dulzaina y el tambor pasan dos policías locales motorizados. Pasa la primera carroza llevaba por un tractor de color verde. Excepto un hombre entrado en años, todos son niños. Estos lanzan desde el vehículo caramelos y confeti. Un niño rubio ríe a carcajadas mientras le comenta a su compañero que le ha dado a un hombre en la cara con un caramelo. Los caramelos que no se estrellan contra el suelo y se revientan son objeto de lucha salvaje. ¡El espectáculo comienza! Una mujer con más laca en el pelo que cabellos se agacha y coge una docena de caramelos sonriendo sin vergüenza alguna mientras que un niño la mira con envidia infantil. Pasa la primera, segunda, tercera y cuarta carroza, dejando un rastro de basura, excrementos de caballo y ansias por ganar en la lucha salvaje. La cosa empeora cuando la rezagada carroza de las “Damas de Honor” de las fiestas pasa por delante de la muchedumbre. Estas damas provienen de las familias más acomodadas de la población, por lo tanto, lo que arrojan con ímpetu desde su carroza no son simples caramelos. Juguetes, llaveros, pipas, caramelos (de los buenos), en otros objetos innombrables vuelan por encima de las cabezas del populacho. Al caer los objetos al suelo una mar de manos hace que desaparezcan en cuestión de milésimas de segundo. El niño que antes tenía envidia de la anciana sonríe triunfante, abrazando una pelota y un coche de plástico que ha cogido con cierta agilidad. Tras veinte minutos los profesionales ya van por la segunda bolsa puesto que la primera está rebosante de triunfo. Cuando se acerca el final del desfile, pasa un extraño carruaje tirado por un tractor rojo con barro en las ruedas. Esta carroza no tira confeti, ni juguetes ni siquiera caramelos. Un hombre con entradas y una perilla grisácea junto con una chica joven dan (o arrojan) a los que se acercan melones, sandías, una malla de cebollas incluso de patatas. El caos estalla cuando la gente intenta acercarse al carruaje de la abundancia, mientras que la imagen recuerda la entrega de víveres a una población de un país tercermundista afectado por una catástrofe. Un hombre sorprendido por el espectáculo dice entre dientes: - “Joder, si que estamos en crisis”, y da un trago a la cerveza caliente que lleva en la mano derecha. La marcha está finalizando, pasan carrozas con borrachos travestidos, disfrazados de personajes de televisión o simplemente semidesnudos. Saltan, gritan, cantan, “alcohol, alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos”… tambores, trompetas, platillos, pasa la banda de música y la cabalgata concluye. El desfile de carrozas es sustituido por una marcha de barrenderos que se apoderan de la calle. Una mujer menopáusica le grita a una anciana que se atragante con lo que ha cogido, que se buscara la vergüenza, que se le había caído mientras que empujaba a su hijo para coger una bolsa de quicos y unos cuantos caramelos rotos. La anciana ríe y le enseña dos bolsas llenas de victoria.
“¡Hijaputa!”, la mujer intenta encararse a la anciana, pero su marido la coge del brazo y se alejan del campo de batalla. La anciana se marcha gozosa, abraza las bolsas y camina lentamente. A lo mejor no le gustan los caramelos, ni las pipas, ni los quicos. Posiblemente no tiene nietos para darle lo recogido. Seguramente tirara todo lo que lleva en la bolsa dentro de unos meses. No obstante, la sensación de haber ganado en la lucha le llena el corazón de alegría y orgullo. ¿Homo homini lupus?, o simplemente, ganas de dar por culo al prójimo.

martes, 21 de julio de 2009

Reflexión estival Nº. 1


No recuerdo quien me dijo el otro día una mítica frase de Lennon que decía algo como “La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes.” Inquietante pero cierto. No obstante, además de que en la vida no sucede casi nada de lo que deseamos (No, nunca seréis estrellas de rock ni top models, lo siento) quien quiera que la controle, sean dioses dramaturgos con tal omnipotencia como bíceps, el azar, las estrellas, el destino, el Karma o su puta madre… jamás en la vida tendréis todo lo que deseáis. Sí, eso tal vez conlleva que jamás seremos totalmente felices. Pero si lo pensáis un poco, lo entenderéis. Si, alguien puede defecar en una wáter de oro, tener un Ferrari, follar diez veces al día diez mujeres distintas, tener fama, gloria, incluso algunos en situaciones paupérrimas pueden tener amor (bueno, cariño, me considero agnóstico del amor), pero al que tiene dinero, fama etc. etc. puede que le falte amor, al que tiene amor, le falta gloria y pasta, a la beldad de un metro setenta con ojos azules, labios carmesí y esbelta figura tal vez hace años que no habla con el hombre de canas y ojos diáfanos al que le suele decir “papá” y así miles de ejemplos. La vida se complace en darnos pequeñas dosis de felicidad. Todo no viene incluido en el menú. La vida te lleva por caminos raros, como dice el señor Quique González, nunca nada sale como quieres y te lleva por pequeños callejones de felicidad que tienes que abandonar algún día para entrar en otro. Puede ser que no nos da la completa felicidad porque no estamos preparados para tal descabellado sentimiento. Jode reconocerlo, por experiencia propia se de lo que hablo. Pero, ¿qué puedo hacer? Claro, aparte de maldecir vetustos dioses y decir “¡Que hija de puta es la vida!”. Me conformo con las diminutas dosis, es mejor eso que nada. Y no creo que sea un conformista, porque no se puede hacer nada al respecto, solo dejar la mano suelta y esperar que la vida te coja de ésta para llevarte donde quiera. Me conformo con esas imágenes que quedan fragmentadas en mi mente, me conformo con aquellos días que la miraba a sus taciturnos y hermosos ojos.