Me aterra en gran manera ver como las aspiraciones de todos han sucumbido a límites impuestos por sus creadores. No me gusta creer que puedo llegar hasta cierto punto sin continuar. Tampoco me imagino que mi meta sea el infinito y creo que muy pocos anhelan a ello. Se puede decir que somos unos conformistas en toda su regla. No quiero decir que nos conformamos con lo que tenemos. Está claro, siempre deseamos más y más. No obstante ese “más” tiene un menos, un límite. ¿Un límite impuesto por quien? - preguntareis. Por nosotros mismos y por los demás – afirmaré yo. Pecaré en generalizar, pero es que últimamente observo a muchos que solo quieren ser uno más, ser del montón. Bien por ellos, no soy yo quien para quitarle su albedrío. Lo que no me parece bien es que con todas las posibilidades y oportunidades que se nos ofrecen muchos las desperdicien como si nada. Hay gente que vendería su alma (si la tienen) para vivir en las condiciones que vivimos muchos de nosotros. En mi opinión, todo esto se debe a que nuestra autoestima se ha reducido al mínimo. A ras del suelo o inclusive bajo tierra.
¿Autoestima? ¿Qué es eso? - Preguntará alguno.
Y nadie sabrá responder porque inclusive aquellos que tenían la han perdido. Arrebatada, quitada, arrancada, tomada, extraída, saqueada y despojada.
¿Por quién? - preguntará un despistado.
Por nosotros; por multinacionales, que pagan millones a una modelo que sufre anorexia, para que salga desnuda vendiendo un perfume; por un afortunado que gana el Euromillón; por empresarios que se pasean en sus yates; por Mr. y Miss Universo; por el miedo; por nuestros fracasos etc. etc. etc... Sé que nuestra sociedad es una mierda. Una jungla donde solo sobrevive el más hijo de puta, donde el hombre es un lobo para el hombre. Pero señoras y señores, tenemos que querernos un poco más. Si no lo hacemos nosotros mismos ¿acaso lo va hacer otro? Rompamos todos los esquemas. Si todos cumplieran con sus más altas aspiraciones aquel mundo del más fuerte sucumbiría. Eso tenerlo por seguro. Pongamos nuestras metas en las estrellas. Todo es posible, puede que no sea fácil pero si posible. No seamos como aquellos que se conforman con seguir mirando sombras en una pared, con miedo de girar la cabeza y atados por la eternidad.