miércoles, 26 de mayo de 2010

Círculo de infelicidad

2010, hoy todo es más complicado. Hay cremas de ácidos con nombres imposibles para revitalizar el cutis, balones gástricos, alimentos sin conservantes (que duran demasiado tiempo) y yogures que aparte de mejorar el tránsito intestinal ayudan a disminuir el colesterol. Existen psicólogos caninos, televisores en tres dimensiones, pastillas para absorber la grasa de las comidas y alargadores de pene. ¡Qué difícil! Vida urbana, vida capitalista, vida occidental, vida “civilizada”, la misma vida con diferentes nombres. Vidas que se resumen en dos palabras que sirven de combustible a millones de personas para levantarse cuando suena el despertador cada mañana: INSATISFACCIÓN E INFELICIDAD. Resulta extraño pensar que la búsqueda de la felicidad lleve a la infelicidad y que los intentos de satisfacernos acaben frustrándonos. ¿Acaso no vas al trabajo para ganar dinero? ¿Quieres ganar dinero para comprarte esa/ese tele/coche/piso? En conclusión, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso, trabajas para comprarte esa/ese tele/coche/piso… siempre habrá una/un tele/coche/piso nuevo, que te agrade más solo porque te lo han metido a la fuerza en tu subconsciente a base de publicidad. Intentarás ser feliz, porque crees que comprándote esa/ese tele/coche/piso estás siendo feliz, estás quedando satisfecho de ti mismo, de tu existencia. Sin embargo, llegará el día en que sentado frente/dentro/en esa/ese tele/coche/piso pensarás que nunca tendrás el nuevo modelo de esa/ese tele/coche/piso, por lo tanto te abrazará tu triste insatisfacción, tu radiante infelicidad de esclavo de un círculo vicioso que consume tus días como el oxido consume una embarcación abandonada. ¿Ahora no desearías estar observando una puesta de sol que cubre y mancha de un rojizo espectral unas colinas? ¿No te gustaría que esas colinas no tuvieran dueño, ni siquiera tú? ¿Te agradaría vivir en una caverna, en una manada de seres semejantes a ti cuyo sentido en la vida es alimentarse, procrear y ver cómo pasa el tiempo y la historia? Claro que no. Aborreces esas ideas. Mañana vas a volver a despertarte con el maldito despertador e ir al trabajo, solo para comprarte el mes que viene esa/ese tele/coche/piso que deseas con tanto anhelo.

viernes, 2 de abril de 2010

Comunicación 2.0


La era en que los libros no tienen páginas, en que vivimos a merced del tiempo y las prisas, en que los relojes no sirven para dar la hora (pocos miran la hora en un reloj teniéndola en su teléfono móvil), en que los botones han quedado obsoletos, la nueva era ha llegado. Son unos tiempos más sensoriales. Todo se toca, todo parece más real. ¿Más real que la misma realidad? Con esta nueva era ha nacido una nueva generación de humanos que necesitan de “gadgets” para desarrollarse como personas. No es una exageración. ¿Alguien ha estado sin móvil una semana? Se puede vivir, claro está, pero cuesta. ¿Y si me ha llamado Funalito para quedar? Estoy en un atasco y llego tarde al trabajo ¿como se lo digo al jefe?.
La costumbre quizá. Nuestros antecesores podían esperar pacientemente una carta meses e incluso años. Si solo fuera dependencia del teléfono móvil no seria tan preocupante, pues es uno de los mejores inventos de este siglo, pero es que en el día de hoy las personas dependen de una conexión total con los demás. ¿Cuantas veces entráis al Tuenti/Facebook? Apenas acabe de escribir esto voy a ver si me han puesto algún comentario. Si el 90 % de vuestros correos son publicidad y cadenas sin sentido, ¿porqué lo miráis tres veces al día? Es la nueva era, la de la comunicación constante. En los tiempos que corren es casi imposible quedarse incomunicado. ¿Ventaja o problema? Nos relacionamos más con los demás, digitalmente, por supuesto. A es este paso llegaremos a uno de los dones más buscados por los seres humanos, la telepatía. Pero claro, será de Microsoft o Apple.

martes, 9 de febrero de 2010

MUJER (con mayúsculas)


Para la mayoría es simplemente una gorda. No obstante, para unos pocos espectadores es la representación de la feminidad absoluta. ¿Tiene ella la culpa de los cánones estéticos? Tampoco tiene nada que ver con que la belleza se mida en sesentas y en noventas, de que la perspectiva de su mundo no sea la de Rubens ni siquiera la de Botero. ¿Qué más da? Lo que importa es que está en un escenario, en frente de unas cien personas, bailando “la danza del vientre”, con el torso descubierto, enseñando su cuerpo alegremente. Eso sí que se mueve, piensa más de un individuo mientras se ríe para sus adentros. Ella sonríe. Tiene rasgos parecidos a Édith Piaf. Largas pestañas, ojos cautivadores, una melena rizada y castaña. Gira, sigue girando, sin dejar de sonreír. Su sonrisa atraviesa almas como una lanza atraviesa el aire sin pedirle perdón. ¿Qué paso me toca ahora? ¿Cuando llega el redoble de tambores? Está concentrada. No le importa que le sobren algunos quilos. Ella es feliz tal y como es. Lo demuestra con sus grandes labios, pitados de un carmín embelesador, y claro, su hermosa sonrisa que no cesa de radiar energía. Hace más de un año que toma clases de bailes orientales. Ha adelgazado. Tener clases tres días a la semana ayuda mucho a quemar calorías. Sin embargo, aun tiene una forma corpulenta y robusta. Nada de vientres planos ni abdominales. Es la marca de dos hijos traídos al mundo. La música se ralentiza. Sus grandes caderas se mueven al ritmo de la música. Es sexy. Ella lo sabe.
No tiene miedo de ese mundo que grita “gorda”. Ella baila, baila y sonríe. Los focos la iluminan. Es hermosa. Cesa la música. Aplausos, solo se escuchan los aplausos. Se apagan los focos. ¿De dónde sale esa luz? De su sonrisa. De su autoestima. Se quiere, la quieren. He estado muy bien, se dice así misma mientras mira a sus hijos que aplauden con todas sus fuerzas. En esos pocos segundos le da lo mismo que el idiota de su marido la haya dejado por otra mujer, más joven y delgada que ella. Le es indiferente. Le dan igual las top models, el torrente de publicidad que la empapa diariamente, las dietas, las clínicas con sus ansiosos cirujanos que carroñan mujeres. Ahora hace una reverencia hacía el público. Más y más aplausos. Es simplemente una mujer. Una mujer que ha vencido al mundo.

lunes, 18 de enero de 2010

Liturgia laica

Es el mismo ritual de todos los fines de semana. Hacer una siesta de dos o tres horas, cenar algo ligero y pasarse una hora como mínimo acicalándose. ¿Con una botella de ron tendré para toda la noche?. Piensa mientras se embadurna las manos de una gomina azulada. Es invierno, hace frío y el aire lanza latigazos a los valientes dueños de la noche. Por eso cuando llegan los primeros días de diciembre cambian los bancos del parque (lugar predilecto para sus reuniones) por la entrada de Metro. Hoy vienen todos. Muy buena compañía. Debido a los exámenes hacia meses que no se reunían todos. Al llegar se abrazan, ¿dos besos? Tres si quieres. Dejan las botellas en el suelo y comienzan a hablar entre si. Juan siempre tarda y todos lo saben, así que esperan otros diez minutos. ¿Lo esperamos? ¿Cómo han ido los exámenes?. Risas, algunos se chocan las manos . Ahí está Juan, elegante como siempre. Americana oscura y camisa blanca. Buena combinación. Se abren botellas, se llenan vasos. ¿Donde está el hielo? Empieza la agradable rutina. Pasa un hora, pasan dos. Seis copas, esta es la última y entramos. Ya se nota el alcohol en el organismo. Risa fácil, soltura, alegría. Ya no se habla, ahora se grita. Para lo que sea. ¿Cantamos? Si, y bailemos. Las cámaras de fotos echan fuego, flahs aquí, flash allá. Fotos de lo que sea. Hagamos una foto, que no tenemos una juntos. ¡Nos vamos!. Abandonan la entrada de Metro, pero la basura se queda dando fe de su osadía. Para eso le pagan a los barrenderos. Llegan a la puerta y la cola no les sorprende mucho, se lo esperaban. Las colas tienen un efecto revitalizante, al igual que estar en la presencia de los porteros. Espantan los efectos del alcohol y devuelven la cordura. Al fin y al cabo todos quieren entrar. Avanzan, pasan diez minutos. DNI, pagan, entran. Se escucha la música y saben que les espera una buena noche. ¿Tabaco, alguien viene a comprar tabaco? No, unos van a al guardarropía y otros a los servicios. La mayoría de las chicas van a los lavabos para un último retoque.
-¡Nos vemos en la sala de arriba! -grita Juan al grupo. Empieza la fiesta. El local esta abarrotado, intentan ir al final de la sala, junto a la barra de la Rubia Platino, hay mucha gente, y se tarda en esquivar y abrir un pasillo entre la muchedumbre. Llegan todos al cabo de cinco minutos. Gritan, bailan, hacen bromas. Laura no se encuentra bien. Ha bebido demasiado. La sientan en un sofá, intentado que no devuelva. El precio de la entrada incluia dos copas. ¿pedimos una ahora? Vale, a la barra de la Rubia Platino. El alcohol le hace sentirse atractivos e intenta hablar con la camarera. Se le acerca para escucharlo mejor. Whisky con limón ha escuchado, lo demás que le ha dicho al oído le da igual. Esta acostumbrada a que intenten ligar con ella. Si al menos fueran guapos. Piensa mientras levanta la botella de whisky y derrama el contenido en un vaso de cristal, los hielos en este crujen al contacto con el alcohol. Le gusta ese sonido. Se alejan de la barra. Vuelven al grupo. La horda danzante esta excitada, contenta. Laura esta mejor y ahora baila con todos. Un vaivén de risas, abrazos, pasos inventados (efecto de la bebida), fiesta y solo fiesta. Siguen bebiendo. La música aviva sus instintos más primitivos. Puede que hace millones de años, un grupo como ellos danzaran de una forma no muy alejada de la suya, al rededor de un fuego, después de un buen día de caza. Un pelotón de chicos se alejan del grupo. Es más sencillo si se mueven en grupo. Destino: lavabos. Se abren paso como exploradores en una selva jamás vista por el hombre. Ha chocado y pisado a un hombre. Le da una palmada, y le pide perdón. El hombre le guiña el ojo. Han venido a pasárselo bien, ninguno de los dos busca pelea. Final del trayecto. Evacúan la vejiga, se lavan la cara, se miran al espejo. Está borracho, como casi todos los del baño y se ríe al ver su reflejo. Salen de los servicios. Nuevo destino: Volver donde antes. En su travesía, se abren paso. Un séquito de chicas es su nueva mira. Nunca viene mal ligar una noche de juerga. Intenta bailar con ellas, otros hablar, algunas chicas ríen, otras muestran indiferencia hacia una persona ebria. Los triunfadores se quedan, los otros vuelven al grupo original. Sigue la música, una última copa. El cansancio toca la puerta de sus cuerpos alcoholizados. Hay que aguantar hasta el final. Música de hace muchos años y vana. Es la forma de ir sacando a la gente del local de una manera subliminal. Gran parte del grupo se rinde ante el cansancio y se sientan en sofás y sillas. Pocos siguen haciendo burla a la noche. De repente se encienden las luces, se baja la música. La discoteca va a cerrar. Salen todos. A por los abrigos del guardarropía. Bufanda, guantes. ¿Hará mucho frió fuera? Salen a calle. Se escucha el latigazo invernal que deja heladas sus caras. Otra noche más, otra noche sin follar. Ya habrá más suerte el próximo sábado. Piensa mientras introduce las frías manos en su abrigo.